Coach de vida en Valencia y online

A pesar de todo, decir sí a la vida

Posteado: 20 marzo, 2022
Categoría: Motivación

En el 2018 estaba viviendo en Australia. Había dejado un buen trabajo en Ámsterdam -mi lugar favorito en el mundo- por el afán de lanzarme a la aventura una vez más, pero a los 37 años. Y vaya si fue una aventura… Tener que cambiarme cinco veces de casa y de habitaciones compartidas -en un año y medio- y estar con el dinero justo en una de las ciudades más caras del Mundo: Sydney.

Vamos al lado B, de Bondi (el barrio de playa donde vivía): estuve rodeada de buena gente amiga y de paisajes maravillosos, con un sol radiante que me doró la piel nivel rescatista de “Baywatch”. Viajé por muchos lugares geniales, tomé clases de Surf por primera vez en mi vida… Vi canguros, koalas y arañas gigantes (también por primera vez. Aunque las últimas forman parte de mis pesadillas desde pequeña). 

¿Qué me estaba faltando, entonces, para que hubiera dentro mío una extraña sensación de infelicidad? ¿De vacío existencial?  

A dos días de cumplir 38 años, me encontré a mi misma “en pausa” en mi flex-desk del Contact Center donde trabajaba part-time gracias a mi amiga Febs. Tenía un Excel abierto y una cookie por la mitad. Las bonitas vistas a North Sydney comenzaron a mezclarse con caras de personas a las que apenas conocía (excepto la divina de Jen); de acentos anglosajones diversos, muchos teléfonos, algunas plantas…

El tercer piso del 146 de Arthur St. tenía para mí los días contados, lo sabía. Por un momento intenté reconocerme en ese espacio. ¿Qué hago acá?, me pregunté por vez mil desde que había llegado a Australia. ¿Por qué no me quedé donde estaba? ¿Cuándo me dedicaré a lo mío? ¿Qué es “lo mío”?

Estaba iniciando el proceso del despertar -o al menos tomando conciencia de ello-. Y la crisis de los 40, para qué mentirnos. 

Ya venía trabajando el concepto japonés del Ikigai -que se traduce, literalmente, como “la razón de ser”-, pero no terminaba de hacer el click. Extrañaba mi vida en Europa aunque sabía que el proyecto australiano duraría poco más. Pero ¿y luego qué?

Ese día abrí otra cuenta de IG a modo de blog para ir compartiendo mis reflexiones. Volví a Holanda por dos meses (en los que renací) y junté dinero para cumplir el sueño de ser maestra voluntaria en India, con otra amiga. Al volver, algo me decía a viva voz que no me fuera a Barcelona. Que no era mi lugar, que no la pasaría bien. El resto fue, como toda profecía autocumplida, pasarla mal y “La Pandemia”. 

Hoy veo la vida con el filtro de las cuatro décadas y ya no hablo en Inglés en mi día a día. Cambié los canales de Ámsterdam – siempre agrego el «momentáneamente» – y el enloquecedor glamour porteño, por callejuelas en las que parece escucharse un quejido flamenco constante a lo lejos, que invita al taconeo.

Cambié el salario fijo por la incertidumbre y la adrenalina del emprendimiento. Pero soy mi propia jefa. Jaque Mate. 

Y cuando me preguntan una y otra vez «¿Cuál es el plan?», respondo: «Como cantaba el gran Cerati: ‘Siempre es Hoy’». 

Agradezco a mi alma por haberme sacado, a fuerza de mucha resistencia, de mi zona de confort.

Agradezco mi resiliencia y fortaleza para dar batalla a la vida. 

Nunca se trata del lugar, del trabajo o del otro. Se trata de ti y de tu capacidad para revelar la luz que eres, en todo momento y a pesar de todo. 

Hemos venido a brillar y a ser felices. Lo demás es fake news.

¡Hola!
Soy Caro Zabalza
Coach de vida especializada en Bioneuroemoción® & Desarrollo Humano

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