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La relación entre el miedo al fracaso y el síndrome del impostor

Posteado: 27 febrero, 2024

El miedo injustificado al fracaso o a cometer errores, también conocido como atiquifobia, emerge como una situación persistente que puede influir poderosamente en la percepción y las acciones de las personas.

Existen individuos que contemplan el fracaso como una posibilidad inminente, experimentando una sensación de incapacidad para afrontar ciertos desafíos. Esta dinámica de miedo constante al fracaso se entrelaza con el síndrome del impostor, oscureciendo el potencial y bienestar de aquellos que la viven. 

A lo largo de este artículo, nos sumergiremos en las raíces de la atiquifobia, exploraremos sus consecuencias y revisaremos la conexión que comparte con el síndrome del impostor.

Además, veremos cómo la Bioneuroemoción® puede brindar herramientas que ayuden a la persona a indagar en el origen de este miedo irracional a equivocarse o a ser descubierto como un impostor en su vida personal, pero especialmente profesional.

¿Qué es el miedo al fracaso?

El miedo al fracaso se puede considerar como una sombra que opaca aquellos momentos en los que debemos enfrentar un nuevo desafío o, por el contrario, realizar un aporte o tarea desde nuestra expertise. Desde la ansiedad anticipatoria hasta la conducta evitativa, este miedo se despliega en facetas diversas.

Para algunos, adopta la forma de una preocupación constante antes de enfrentar un objetivo, generando estrés y malestar. Para otros, se convierte en una voz interior que desaconseja las situaciones “arriesgadas”, limitando el crecimiento personal y profesional.

Los miedos se originan en la infancia y, de no trabajarse, pueden impactar negativamente en el desarrollo de la persona. 

¿Qué factores internos y externos, psicológicos y sociales contribuyen a desencadenar el miedo al fracaso?

Factores internos:

  • Experiencias personales ligadas al sentimiento de fracaso que han dejado una huella emocional.
  • Creencias arraigadas desde la infancia sobre el significado del fracaso y sus consecuencias.
  • Condicionamiento social (preocupación excesiva por la mirada y las expectativas ajenas) al momento de fijarse metas.
  • Percepción del valor propio en relación al éxito o al fracaso; comparación constante con los demás y falta de reconocimiento de propios méritos.

Factores externos:

  • Influencias culturales (normas y expectativas culturales que definen el éxito y el fracaso, por ejemplo, en las redes sociales o la sociedad de consumo).
  • Influencias sociales (expectativas de la familia, los amigos o el entorno laboral).

Al abordar estos factores, se entiende cómo el miedo al fracaso no surge en un vacío, sino a partir de ciertas creencias y normas propias, del árbol y del contexto socio-cultural en el que la persona se ha desarrollado.  

El miedo al fracaso alimenta el síndrome del impostor

Este término fue acuñado por Pauline Clance, en la década del 70’, para definir la sensación de inferioridad e inseguridad constantes que sentían curiosamente los alumnos universitarios estadounidenses más brillantes.

Estos jóvenes atribuían sus logros al factor suerte exclusivamente; nunca a su capacidad o esfuerzo. Entonces el miedo a “no ser lo suficientemente bueno” o a que “descubran que soy un fiasco”, no solo influye en que muchas personas no se animen a mostrar sus habilidades; sino que además no sean capaces de reconocer sus logros por la creencia subyacente de no merecerlos.

Una compleja dinámica conformada por: 

  • Presión autoimpuesta y autoevaluación sesgada: el miedo al fracaso genera una presión constante para cumplir expectativas internas. La autocrítica se intensifica al atribuir éxitos a la suerte en lugar del mérito propio y los aspectos positivos se minimizan.
  • Comparación: la constante comparación con estándares inalcanzables refuerza la sensación de no ser suficientemente competente.
  • Desconfianza ante el éxito: la atiquifobia genera desconfianza en los éxitos propios. La sensación de falta de mérito es uno de los rasgos que caracterizan al síndrome del impostor.
  • Ciclo autodestructivo: la percepción de ser un impostor genera ansiedad adicional -incluso depresión-, alimentando el miedo al fracaso. El ciclo autodestructivo se perpetúa, afectando la autoconfianza y la autoestima.

Analizar este ciclo permite comprender cómo el miedo al fracaso desencadena un proceso autodestructivo que alimenta el síndrome del impostor. Abordar este proceso requiere de un enfoque integral que desafíe las creencias limitantes y fomente una perspectiva más realista y compasiva sobre nosotros mismos y nuestros logros.

El miedo al fracaso impacta en la autoestima y la confianza personal

Esta emoción (recordemos que el miedo es un mecanismo de defensa frente a un peligro real o imaginario) va minando lentamente  la autoestima y la confianza personal.

Al analizarla, nos sumergimos en cómo poder gestionarla mejor para lograr moldear la percepción individual y la capacidad para afrontar cualquier tipo de desafío y sus resultados; sean estos interpretados como positivos o negativos.

Explorar el miedo al fracaso revela su capacidad para actuar como un freno en la toma de decisiones y la búsqueda de oportunidades, erigiendo barreras que limitan el crecimiento tanto personal como profesional.

Por ejemplo:

  • Parálisis en la toma de decisiones: el temor constante a tomar decisiones erróneas puede llevar a la indecisión. La sobrevaloración de posibles consecuencias negativas inhibe la capacidad para avanzar.
  • Obstáculo para la búsqueda de oportunidades: la atiquifobia genera una aversión a asumir nuevos desafíos. La evitación de situaciones riesgosas reduce las posibilidades de crecimiento y desarrollo.

El miedo a no lograr los objetivos trazados, a no estar al nivel requerido para cumplir con una determinada tarea, termina por condicionar a las personas y reducir sus posibilidades de desarrollo, tanto en lo personal como en lo profesional.

3 tipos de indicadores que ayudan a determinar el miedo al fracaso

Para reconocer la presencia del miedo al fracaso en uno mismo, es crucial estar atento a indicadores emocionales, conductuales y patrones de pensamiento que puedan revelar esta situación.

Aquí, desglosamos alguno de los principales signos:

Indicadores emocionales:

  • Ansiedad anticipatoria: preocupación constante y nerviosismo antes de enfrentar desafíos.
  • Desconfianza personal: falta de confianza en las propias habilidades y capacidades.
  • Frustración frente a fracasos: respuesta emocional intensa ante supuestos fracasos, incluso pequeños.

Indicadores conductuales:

  • Evitación de desafíos: renuncia a oportunidades o desafíos considerados arriesgados.
  • Perfeccionismo excesivo: búsqueda constante de la perfección como mecanismo de evitar el fracaso.
  • Procrastinación constante: postergación de tareas por temor a no cumplir expectativas.

Patrones de pensamiento autolimitantes:

  • Autocrítica constante: evaluación negativa constante de las propias habilidades y logros.
  • Enfoque en errores: tendencia a magnificar errores y minimizar éxitos.
  • Creencias limitantes: adopción de creencias autolimitantes sobre el propio potencial y capacidad.

Cómo la Bioneuroemoción® trabaja el miedo al fracaso y el síndrome del impostor

La Bioneuroemoción® es una disciplina que por sus características se presenta como una herramienta transformadora para abordar el origen emocional del miedo al fracaso.

Desde el desarrollo de la autocompasión hasta técnicas diseñadas para reprogramar creencias limitantes, esta técnica se convierte en una guía hacia la transformación personal.

Con el acompañamiento de un experto las personas pueden:

Trabajar el desarrollo de la autocompasión: herramienta clave al reconocer y aceptar el miedo al fracaso como una experiencia humana común.

Cultivar la empatía hacia uno mismo: estrategias específicas que fomenten un diálogo interno menos tóxico y exigente, y más amoroso y constructivo

¿Qué técnicas utiliza un acompañante de Bioneuroemoción® para trabajar el miedo al fracaso?

Un acompañante en Bioneuroemoción® no solo busca desafiar y reprogramar las creencias limitantes arraigadas en el cliente, sino también transformar el miedo en una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.

A través de la exploración profunda de las emociones vinculadas al fracaso (y de escenas concretas de la historia del consultante y la resignificación de las mismas mediante la toma de consciencia y el cambio de percepción), el acompañante guía al cliente hacia una perspectiva más amplia, realista, positiva y no dual. Aceptando la aparición de una cuota razonable de miedo y ansiedad ante los desafíos que propone la vida adulta.

Si quieres crecer más a nivel personal y profesional, es importante que confíes en tus capacidades y logres sacar tu máximo rendimiento. Si quieres trabajar en ello, yo estaré feliz de acompañarte.

Agenda una llamada conmigo y te explico en más detalle cómo juntos podemos controlar el miedo al fracaso y transcender el síndrome del impostor.

¡Hola!
Soy Caro Zabalza
Coach de vida especializada en Bioneuroemoción® & Desarrollo Humano

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